4 de enero de 2016

LA VENDIMIA EN VALTIENDAS SEGUNDA PARTE

Entre las múltiples tareas de la vendimia estaba la de escoger los mejores racimos, los más sanos de tamaño mediano, de la clase blanca gallega, albilla o negra aragonesa. Por lo tanto esta labor le tocaba al más experto, se transportaban en las aguaderas para que no se lagareasen. Las aguaderas las subían a lomos del burro o de la burra según lo que tuviera cada cual.

En los machones del techo del sobrao o en otra estancia de la casa ya estaban puestos los atillos sujetos con puntas clavadas en la madera de la viga, de un extremo a otro. Así pues los racimos de dos en dos unidos por hilo de bramante o de algodón se colgaban de los atillos. Se conservaban durante bastante tiempo y era el postre diario en cada casa.
  

La comida se hacía en el majuelo al agrego de una pared, en un chozo o en una caseta que estaban diseminados entre las viñas. Aún se conserva alguna en buen estado, como el chozo del quejigar. También existía la figura del viñadero o guarda, persona encargada de vigilar que no entrase en las viñas gente ajena a coger uvas antes de vendimiar. La vuelta a casa muchas veces se hacía "en el coche de San Fernando un rato a pie y otro andando" era el dicho. 
Al final del día los hombres tenían que subir al lagar a pisar la uva. Iban vendimiadores de los pueblos cercanos de Segovia, los del norte, ya de Burgos, tenían sus propios viñedos.

Después de cenar había baile, el Tío Primo y su hijo Jesús, que en paz descansen, tocaban en la plaza que se llenaba de juventud, aunque hiciese frío la velada continuaba. Los mozos daban lagarejos a las mozas. Recuerda Catalina, una mallorquina de padre valtiendano, que de joven fue con sus padres y hermanas a la vendimia y a las tres les dieron lagarejos, de esto hace setenta años, mientras me habla de ello sonrie.

Los guijarros de mil formas y tamaños, originales, lisos, sin recovecos y muy abundantes forman parte del paisaje. Su tono marrón rojizo del mismo color de la tierra y el verde de las cepas, son una combinación perfecta, igual ocurre cuando las cepas están recién podadas. 
La tierra, los guijarros y las cepas son un conjunto y de esa unión sale el buen paladar del vino desde siempre en Valtiendas.

Hoy nos dice el taco. "No puedo concebir mayor tormento que estar solo en el paraíso"; Johan Wolfgang Goethe.


Palma a 23 de diciembre de 2015.