16 de abril de 2009

LOS GORRIONES Y LOS VALTIENDANOS, VIDAS PARALELAS

En los años sesenta, en los pueblos pequeños de Castilla la Vieja que no tenían industria y cuyos únicos ingresos provenían de los cereales como el trigo y la cebada (en Valtiendas también el vino y algo de ganadería -ovejas churras-) llegó el momento en que las chicas decidimos salir del pueblo hacia las grandes ciudades, Madrid, Barcelona…, después los chicos.

No sé si el motivo fue que empezó a aparecer la maquinaria agrícola en nuestros campos y no hacía tanta falta la mano de obra o es que llegó la hora de conocer mundo y disfrutar de las ventajas que ofrecía la Ciudad, con mayores oportunidades para cumplir nuestras inquietudes. Tras la juventud se fueron los mayores con sus hijos aun adolescentes. Y acabó mecanizándose el campo.

Animales tales como machos, mulas, burros incluso vacas, dejaron de ser imprescindibles en las tareas del campo y poco a poco fueron desapareciendo. También por los años sesenta, mejor dicho hasta los años sesenta, junto con las personas y los animales domésticos convivían los gorriones, pájaros pequeños de plumaje castaño, que revoloteaban alrededor de las casas, tejados y corrales. Entre las gallinas comían los granos de trigo que estas no veían o no podían picotear porque caían entre las piedras. También comían minúsculas migas de pan y bebían agua de la pila que compartían con las gallinas del corral.

Los nidos los tenían al resguardo de las amenazas, lejos del alcance de los niños. Cuando llegaba la hora de arrancar las algarrobas y los yeros, el alimento de las ovejas -era por San Pedro - en los surcos nos encontrábamos los nidos de los gorriones, por supuesto los mayores nos decían que había que respetarlos y nos hacían dejar unas matas de los yeros alrededor del nido para protegerlo y que no se muriesen de calor, además eso facilitaba que sus padres pudieran orientarse.

En la era, cuando la trilla y la bielda, también estaban presentes y si había llovido cuatro gotas picoteaban las raíces del trigo. Los gorriones eran parte del paisaje, de la vida del campo. Pero había chicos traviesos que en vez de disfrutar con la presencia de los gorriones, les ponían ratoneras o cepos y hacían apuestas para ver quien cazaba más. Con el tirachinas tenían buena puntería, se les veía por los huertos, entre la arboleda, por cualquier zona del pueblo, todas eran buenas si allí había gorriones.

Los gorriones estaban incluso en la celebración de la misa de Navidad, en el momento de la Adoración al Niño soltaban un gorrión, tenía un cariz emotivo y original que atraía la atención y admiración de todos los presentes. Incluso sigue viva esa sensación al recordarlo después de tanto tiempo. Cuando todo esto acontecía se inicio la despoblación. Los gorriones corrieron la misma suerte .No quedaban ni migas de pan, ni trigo, ni agua en la pila, tampoco aves en el corral, por el arroyo no bajaba ni una gota de agua, pues se canalizó para llevarlo a las casa que aún quedaban abiertas.

Los huertos no se labraron, en las eras tampoco había trigo, ni raíces para picotear, porque el trigo se llevaba de la tierra a los silos. Me gustaría que alguien me dijera hacia donde se dirigieron los gorriones, que lugar eligieron en su trashumancia ¿Se irían a la Europa del Este aún sin mecanizar?, ¿Al continente Africano?, ¿O tal vez a América Latina?...

Al cabo de veinte años aproximadamente, con la llegada de los ochenta, empezaron a volver los valtiendanos al pueblo, fue lo que tardaron en pagar el piso adquirido en la ciudad, criar a los hijos y darle los estudios obligatorios y carrera a los capacitados que por suerte fueron muchos. Los padres repararon y acondicionaron las casas del pueblo, en las cuadras se hicieron cuartos de baño, en los corrales patios de cemento y se pavimentaron las calles. Después fueron los hijos con sus hijos. Actualmente en verano hay casi tantos valtiendanos -porque así se sienten- como antes durante todo el año.

Ahora llegamos donde yo quería llegar, los gorriones han vuelto al pueblo, ¿serán los descendientes de los gorriones que emigraron que les explicarían la historia y les aconsejarían que cuando pasaran las adversidades que a ellos les hicieron emigrar volvieran a aquel valle pequeño y hospitalario porque serían bien recibidos?. Lo cierto es que ya llevan unos años por aquí, este verano hay muchos gorriones en este pueblo entrañable y resurgido de un aparente abandono. He visto a los gorriones en el tejado, bebiendo agua de la misma pila de piedra que yo me encargo de llenar cada mañana, y en los árboles que lucen en la orilla del camino. No hay corral, pero ellos no lo echan de menos porque no lo conocieron. Por la mañana también les echamos pan desmigado y ellos se lo comen tan felices. Yo necesito pararme a contemplarlos porque me llenan de alegría y de buenos recuerdos. A mis hijas también les estoy inculcando el amor a los gorriones y a este pueblo.

Valtiendas a 20 de Agosto de 2001.

2 comentarios:

Elena Martín dijo...

y nos lo has inculcado...desde luego.
besos mami ;)

Anónimo dijo...

Hola Concha. Hola Elena. Estaba yo buscando cosillas para el amigo invisible, y he encontrado estas letras, llenas de tierra y, sobre todo, llenas de vida. Sólo quería mandaros un abrazo, como medio valtiendano. Gracias. Alberto.