19 de enero de 2021

Volver al Arroyo III Parte

Piedra o tabla de lavar genuina de Valtiendas, 
adaptada a las características del Arroyo, la falta el último tramo liso, gastado 
 seguramente por el paso del tiempo.

Pasado ya el largo y frío invierno, con la llegada de la Primavera y los días más largos, variaban las condiciones para mejor; nuestra madre, vuestra abuela, disponía de un horario más amplio para ir al Arroyo a lavar la ropa. Las pequeñas ya estábamos en la escuela y los mayores se habían ido al campo, así que tenía tiempo para hacer las labores de la casa, dejar la comida preparada e incluso desayunar antes de salir de casa. Eran motivos suficientes para irse a lavar con buena disposición y dispuesta a subir un poco más arriba del Arroyo, hasta llegar a una balsa donde había más mujeres o ya irían llegando a lo largo de la mañana. 

Siempre sería más agradable tener compañía y entablar conversación entre ellas, además podían lavar y hablar a la vez, lo uno no quitaba lo otro, vaya que era compatible!  

En la primera parte decía que cuándo ella dejaba la ropa enjabonada y rebujada en sí misma se iba a casa para volver más tarde. En el buen tiempo que ya hacía sol o directamente ya estaba llegado el verano, la ropa blanca enjabonada la extendía al sol en el césped que crecía en ambas orillas del Arroyo con el fin de que blanqueara. Había que regarla a menudo para que se mantuviera húmeda y no se resecase, si hacía aire, que ocurría con frecuencia, poníamos cantos en los extremos de la ropa para que no se moviera, estas tareas las hacíamos las chicas según iba tocando por edad, siempre que no fuese en horario de escuela o si teníamos vacaciones. 

Por la tarde nuestra madre, vuestra abuela, volvía al Arroyo recogía la ropa que aún permanecía en el césped; el  jabón, el agua, el tiempo y el sol habían hecho su función que no era otra que blanquear la ropa. Ella acomodada en la piedra de lavar iba cogiendo la ropa pieza a pieza, echándola al agua y frotando sobre las acanaladuras una y otra vez hasta que se iba todo el jabón que aún podía quedar en la prenda y bien aclarada volvíamos a casa con la ropa blanca en el conacho. Colgábamos o tendíamos la ropa al sol que también ayudaba a blanquear. 

En verano antes de secarse del todo la ropa grande o más delicada, la doblábamos para más tarde o al día siguiente volverlas a poner al sol, ya secas, se doblaban y quedaban como planchadas. Doblar las sábanas se hacía mejor entre dos, nuestra madre siempre me pillaba cerca de ella y yo tenía que dejar de jugar para ayudarla a doblar las sábanas. Aún hoy día cuando Miguel y yo doblamos las sábanas me viene a la memoria este recuerdo. Si ya sé que tengo que decir que nuestra madre en verano pasaba mucho calor aunque se pusiera a la sombra de un árbol que hubiera cerca de la balsa. Se cubría la cabeza con un pañuelo para evitar el sol, a menudo decía que estaba asurada, sudando, sus manos mojadas, no eran suficiente para refrescarse ¡con tanto calor! sus manos, tan suaves y dulces como toda Ella. 

Hoy 16 de Enero de 2021 dice el calendario "Tus capacidades crecen a medida que se acrecienta tu curiosidad". Desde Palma de Mallorca.

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