El pilón era un sitio que nos atraía a las niñas en gran manera, en el
buen tiempo al recreo íbamos al pilón a jugar a echarnos agua unas a
otras, solo con las manos eramos capaces de dejar el pilón sin agua por
lo menos hasta donde alcanzaba nuestro cuerpecillo inclinado al máximo.
Había que darse prisa porque con el alboroto que hacíamos dábamos lugar a
que saliera la señora Juliana a reñirnos y alguna niña si no andaba
lista recibía amago de escobazo o cuando menos una regañina individual.
Éramos felices calándonos de pies a cabeza, el vestidillo se quedaba
pegado al cuerpo y el pelo mojado, difícil describir la figura, lo malo
era que se acababa el recreo y había que volver a la escuela empapadas
como una sopa y allí estaba doña Gregoria siempre con la frase propia
del momento, pero eso no nos quitaba el buen rato que habíamos pasado,
podíamos decir "que nos quite lo bailao".
En Valtiendas, hasta que metieron el agua en las casas, la fuente era uno
de los lugares más concurridos, imprescindible para el abastecimiento de
agua en la casa y para llevar a abrevar al ganado.
Algunos años de
sequía en verano el caño echaba un hilillo de agua y se hacía cola para
llenar el cántaro, la cantarilla, el botijo, la botija, el caldero o lo
que fuere.
Ahora la fuente y el pilón, remozados gracias a algún nostálgico, se han
hecho prescindibles, pero están ahí y una se acerca a echarse un trago
de agua del caño -que ahora echan los dos- y la sabe a gloria bendita,
por muchos años.
Escrito en Palma con bolígrafo el 16 de junio de 2012.
1 comentario:
un veranito más viéndote beber del agua del pilón :)
besos Conchita.
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