19 de octubre de 2012

El Juego de las Tabas


   El juego de las tabas era más tranquilo que otros juegos, nos sentábamos en el suelo en corro de tres o cuatro niñas, podía ser en la plaza o en cualquier sitio tranquilo,también en las casas, en la nuestra ,allí en la sala de abajo.
Como el suelo era de barro se armaba una polvareda de mucho cuidado pero estábamos al abrigo de las inclemencias del tiempo.
  
  
No era fácil tener tabas, las tenían las niñas en cuya casa había rebaño de ovejas, las demás, que éramos la mayoría, las conseguíamos alguna vez, en nuestro caso cuándo vuestra abuela compraba cuarto y mitad de carne en casa de la señora María o de la Vitoria y le daban la parte de la taba, pues que alegría.

La taba era grande porque era de oveja, era blanca debido a que estaba toda la mañana cociendo en el puchero de barro a la lumbre, al menos eso es lo que yo he deducido con el paso del tiempo. Las tabas que llegan ahora a nuestras casas son más pequeñas no son tan blancas ni acaban de despegarse de la carne.

   El máximo para jugar eran doce tabas, pero con seis que reuniéramos, entre tres o cuatro niñas, ya podíamos jugar. Empezaba la dueña de la casa y si era en la calle la que más tabas ponía, la más mayor o la más mandona.

Una vez sentadas las niñas en corro, se echaban las tabas al suelo, podían caer de hoyo, de panza, de brazo o de carne, luego cogías una bola de cristal o una piedra redondita, la tirabas hacia arriba, al aire, y mientras bajaba y la cogías, sin tocar el suelo, tenías que poner la taba en hoyo, así hasta que estuvieran todas en esa posición y después cogerlas de una en una, siempre echando la bola a lo alto - había niñas que las cogían de a dos- luego lo mismo para ponerlas de panza, después de brazo y por último de carne.

En cualquier momento podías perder y entonces jugaba la siguiente. Así pasábamos la tarde, era un juego para el que había que tener destreza y concentración, lo que ahora decimos reflejos.

Otro recurso era jugar a las pitas, este juego lo dejamos para otra ocasión.


Escrito a bolígrafo en Palma a 30 de septiembre de dos mil doce

Concha

No hay comentarios: