Mi recuerdo de la vendimia
en Valtiendas cuando era adolescente, quiero relatarlo por si os
interesa a los jóvenes que no lo habeís vivido y también a quien esté
interesado.
Las vísperas de la vendimia, los adultos padres o
criados en algunos casos, hacían charcas en el arroyo para poner los
cestos a remojar y así quitar el reseco de los mimbres. Los chiquillos
teníamos unos días entretenimiento jugando a pasar de un cesto a otro a
ser posible corriendo, si el cesto rodaba mejor! más de una vez caíamos
al agua. También daban vacaciones en la escuela, pues todas las manos
eran necesarias para la campaña de la vendimia.
El camino hasta
el majuelo era largo, se hacía en el carro que iba lleno de cestos,
dentro cabía una persona o dos adolescentes ¡claro el primer día!
porque después los cestos se impregnaban de uvas aplastadas con su jugo
pegajoso entre los mimbres y era incómodo. Un adulto desde el carro
guiaba a la yunta de machos o burros que tiraban del carro.
Puesto
el pie en el majuelo cada vendimiador con su garillo y el conacho se
ponía en la primera cepa del líneo que tocaba. Los pequeños se llevaban
un líneo y un conacho entre dos, cuando estaba lleno de racimos el
adulto más próximo sacaba el conacho hasta donde se hallaban los
cestos, que solía ser en los extremos del majuelo que lindaba con un camino, cañada o
espacio libre sin labrar o rastrojo, para que pudiera pasar el carro.
Los cestos eran altos y se necesitaba fuerza para levantar el conacho.
Cuando el cesto estaba lleno, lo abrazaban entre dos y lo bazuqueaban
para que cupiese más uva. Subir los cestos al carro requería un gran
esfuerzo físico por parte de los hombres. El que acarreaba el carro con
los cestos iba y tornaba de la viña al lagar.
Si el tiempo
era frío las manos se quedaban heladas y faltaba fuerza para cortar el
racimo con el garillo. Si llovía se suspendía la tarea, en cuanto
escampaba se retomaba, con la lluvia el agua se quedaba en las hojas y
al ir a separarlas para ver el racimo salpicaban las gotas y te
empapabas de arriba a abajo. Creo que la indumentaria no era la más
adecuada para la tarea de vendimiar.
Si hacía calor, con el cuerpo que ya se había adaptado al tiempo de otoño, se podía correr el riesgo de coger galbana.
Por la mañana si se empezaba pronto a vendimiar era fácil que hubiera
escarcha. He oído decir que algún año se vendimió con nieve, yo no lo
recuerdo pero aquí queda. Como queda la primera parte porque continuará.Desde Palma, Concha.
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